lunes, 10 de septiembre de 2012

Visita a San Juan Nuevo Parangaricutiro
Por: Federico Llamas

Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar la comunidad de Nuevo San Juan Parangaricutiro, una comunidad indígena a dos horas de Morelia, Michoacán.

Tenía mucho interés en conocerlo porque es el único aprovechamiento forestal en la zona central de México que cuenta con la certificación del Forest Stewardship Council (FSC). Este es el organismo internacional más importante para la certificación de manejo sustentable de bosques. Supuse que sería una visita interesante en la cual  aprendería sobre el manejo forestal, pero lo que encontré  sobrepasó todas mis expectativas. Efectivamente tienen un excelente  manejo  de las 10 mil 464 hectáreas de bosque que están dentro de su comunidad. Pero lo más fascinante fue conocer su historia y la forma en la que se han organizado. 

San Juan Parangaricutiro era una comunidad indígena que tenía su centro en un pequeño poblado con una hermosa iglesia. En 1943 un volcán se activó cerca de la comunidad. La tierra empezó a activarse en medio de la parcela de un agricultor, y eventualmente ríos de lava estaban en marcha. Tardó diez años en formarse un enorme volcán que cubrió kilómetros de roca volcánica. El pueblo de San Juan y su iglesia quedaron cubiertos. Sus pobladores lograron salir a tiempo y  se establecieron a las afueras de la comunidad. Estos grandes retos, y la situación política y económica del país, hicieron que para los años setenta la comunidad estuviera en una profunda crisis. Los caciques de la zona y empresas trasnacionales estaban controlando sus tierras y el bosque estaba cada vez mas deteriorado. La identidad y la cohesión de esta comunidad estaban por desaparecer.

Seis jóvenes de la comunidad, que en esa época tuvieron oportunidad de estudiar una carrera universitaria, regresaron a San Juan Nuevo y decidieron hacer algo. Convencieron a sus familiares y amigos que debían retomar el control de sus tierras y de su futuro. Enfrentaron a caciques y empresas y se arriesgaron a responsabilizarse del manejo de sus bosques. Los primeros años fueron muy difíciles, con grandes retos legales, económicos y de seguridad. Estaban aprendiendo a manejar un aprovechamiento forestal y a competir en un mercado capitalista. Pero la comunidad no detuvo sus esfuerzos y  no solo lograron ser exitosos sino ser uno de los ejemplos más asombrosos que conozco de una empresa socio-ambiental.

La comunidad ha creado a la fecha veinte negocios alrededor del manejo de sus bosques: venta de madera, de muebles y de resinas; ecoturismo; agua y hasta un servicio de televisión por cable. Emplea a más de 1,500 personas y genera beneficios para toda la comunidad.

La organización cuenta con un gobierno corporativo muy sofisticado. Al frente está la asamblea general en la que participan los 1,254 comuneros. Las asambleas son mensuales y normalmente tienen un quórum de entre 800 y 900 personas. Tienen un consejo formado por cerca de 80 miembros de la comunidad, un órgano de vigilancia y un director general que supervisa la operación de las 20 empresas. Cada una de estas iniciativas tiene a su vez un director.  Las decisiones se toman de forma participativa y abierta, y en todo momento se busca que las empresas estén al servicio del bien común. Ocupar un puesto dentro de las organizaciones es un privilegio para sus miembros y el castigo por una acción deshonesta es la pérdida del prestigio personal y familiar. Las utilidades de estas organizaciones se reinvierten en su totalidad en nuevos proyectos que respalden la prosperidad de largo plazo de la comunidad. Su planeación tiene una visión de cuando menos 50 años hacia el futuro, lapso de tiempo que coincide con el ciclo de crecimiento y cosecha del bosque.

Esta asombrosa empresa ha logrado dar un empleo estable a más de mil personas, ser competitivá en el mercado nacional, generar beneficios tangibles a su comunidad y regenerar las más de 10 mil hectáreas de bosque que están dentro de sus tierras.  Es un ejemplo único a nivel global de cómo un negocio puede generar beneficios ambientales, sociales y económicos. Me parece que una de las razones que hacen de esta experiencia un caso tan inspirador es  la visión del mundo de la cual nace. Las comunidades indígenas tienen siglos de tradición y organización social basada en las decisiones colectivas y el bien común, esta es su forma tradicional de operar. La comunidad logró tener el valor de defender estos valores y traducirlos en una operación exitosa en el entorno económico actual.

Llevo mucho años aprendiendo  cómo los negocios pueden estar genuinamente al servicio del bien social y ambiental y  pareciera que la punta de lanza en este tema está en Estados Unidos o en Europa. Sin embargo, ahora encuentro un ejemplo como  ningún otro a unas cuantas horas de mi casa. Lo más interesante es que un negocio así solo podía surgir de una cosmovisión distinta. Un inspirador caso de tomar lo mejor de dos mundos para impulsar nuevas posibilidades.



jueves, 16 de agosto de 2012



Tercer Taller Ciudadano

El Observatorio Ciudadano de la Cuenca Valle de Bravo-Amanalco ha iniciado una serie de seis talleres para conocer y analizar la propuesta del Nuevo Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Valle de Bravo y conciliar opiniones que puedan complementar este proyecto.

Te invitamos a participar en el tercer taller este lunes 20 de agosto de 9:00 a 14:00 en el Centro Regional de Cultura Joaquín Arcadio Pagaza, ubicado en  Fray Gregorio Jiménez de la Cuenca s/n, Colonia Santa María Ahuacatlán (frente al Embarcadero Municipal).

Contaremos con la presencia de un especialista que impartirá una Sesión teórica sobre Desarrollo Urbano Sustentable y se profundizará sobre las diferencias del nuevo Plan propuesto y el Plan vigente.
Si no pudiste asistir a los talleres anteriores, todavía puedes unirte al proceso. Únicamente te sugerimos revisar el siguiente vínculo de Internet donde encontrarás el Documento de la propuesta del nuevo Plan Municipal de Desarrollo Urbano para que lo conozcas y puedas participar activamente en las Mesas de Trabajo.
http://www.valledebravo.gob.mx/pdf/PMDU%20VALLE%20JULIO%2012.pdf
Favor de confirmar su asistencia: info@observatoriovalle.org.mx

lunes, 2 de julio de 2012

Nuestros Emprendedores


PROYECTO RECOVECO

Entrevista con: Ana Sofía Ruenes 

Ana Sofía Ruenes nos cuenta que el proyecto Recoveco se llama así porque son espacios en la naturaleza en donde los niños pueden aprender jugando con ella.

Su misión es ofrecer experiencias transformadoras en la naturaleza, buscando facilitar el reconocimiento del vínculo con ella, que lleve a tener una nueva cultura medioambiental para vivir cada día en un mundo más sano, equilibrado y mejor.

“Recoveco crea espacios en donde podemos experimentar diferentes actividades que nos hagan consientes de que somos naturaleza”, explicó Ruenes.

Se enteraron de la UMA a  través de una amiga, que tuvo la oportunidad de asistir a talleres de planeación del programa. Ambas participaron en el mismo programa. “Para mí, era una plataforma para desarrollar algunas ideas que tenía, pero terminó surgiendo Recoveco, que es una idea con la que tengo una gran identificación”.

Hoy en día, Recoveco tiene un grupo de colaboradores, asesores y aliados estratégicos que están trabajando en conjunto para el primer sitio. El equipo incluye psicólogos, pedagogos, especialistas en diversos temas ambientales y de experiencias en la naturaleza.

“Recoveco ya desarrollo el concepto, el nombre, la identidad corporativa y estamos en la etapa final para iniciar el desarrollo del primer espacio”, adelantó Ruenes. 

martes, 29 de mayo de 2012

El agua que no vemos


Por: Francisco Bonilla
“Agua pasa por mi casa” versa una rima infantil, pero… ¿realmente tenemos consciencia plena de toda el agua que pasa frente a nosotros para satisfacer nuestras necesidades diarias?.

Con menos de una década de existir, el concepto “agua virtual” cuantifica la cantidad de agua que se requirió a lo largo de cualquier cadena productiva para dar como resultado un producto específico; por ejemplo: para producir 1 taza de café se requieren 150 litros de agua (aproximadamente), y para producir 1 kg de carne se requieren 3,000 lt de agua; desde el agua utilizada para cultivar los granos y plantas requeridas para alimentar a las vacas, el agua consumida por ellas, el agua utilizada durante el proceso industrial hasta el empacado y entrega al consumidor final.

Todo lo anterior solo pone en evidencia lo limitada que es en la realidad nuestra percepción del fenómeno del agua y los grandes problemas asociados a él; ya que solamente es con una pequeña fracción de ella con la que físicamente interactuamos todos los días al abrir la llave del lavabo, al bañarnos, al cocinar o al beber agua embotellada. Sin embargo para bien o para mal, los grandes problemas y las grandes soluciones se gestan en el agua que no vemos y que silenciosamente viaja a través de todas las cadenas productivas sin que su valor sea reconocido económicamente como tal; ya que el agua es un bien que pareciese hemos dado por sentado que ahí está, y que podemos desplazarlo globalmente junto con nuestras mercancías. Si quisiésemos encontrar algún “punto de acupuntura” en el sistema, donde poder hacer un cambio para construir como civilización un verdadero uso sustentable del agua, sin duda radicará en el fenómeno del agua virtual; ya que ahí es donde incuban algunas de las importantes semillas de ajuste o desajuste en el ecosistema planetario.

Para tener un poco de claridad al respecto, comencemos por comprender que a nivel país (en términos generales), el 80% del agua se utiliza para producir comida el 10% se utiliza en la industria, y solo el 10% restante se utiliza en nuestras casas, hoteles, centros comerciales y oficinas. Expresado de otra manera: aún si las grandes campañas de comunicación en exhorto para hacer un uso eficiente del agua logran despertar en el ciudadano el cometido de ahorrar agua y hacer uso eficiente de ella; estaremos incidiendo únicamente sobre el 10% del problema cuando en una sociedad de consumo globalizada el problema real radicará en el agua virtualmente contenida como equipaje en los objetos que consumimos, la manera en que los consumimos y la forma en que fueron producidos. Para ilustrar lo anterior basta comparar la ración de palomitas que se nos ofrece en el cine hoy en día (donde por dos pesos adicionales podemos obtener una ración tamaño cubeta, mas parecida a un florero que a una bolsita con golosinas),  con el tamaño una de ración considerada como “normal” hace dos décadas.

De la misma manera podemos ir comparando presente y pasado en el tamaño de las raciones de comida servidas en los restaurantes, la comida disponible en los centros comerciales, la diversidad de oferta y de productos a las que podemos aspirar, así como el origen y lejanía de la gran mayoría; todo ello con enormes aspectos económicos positivos; pero con una faceta oculta que contribuye a la complejidad de un problema creciente: el desplazamiento de agua virtual en el comercio global.

Aunque el comercio siempre ha sido parte  fundamental de nuestra civilización, nunca como en el momento presente habíamos sido capaces de desplazar tal volumen de mercancías alrededor del globo, de manera tan intensa y tan rápida; lo cual va acompañado de manera inherente por un desplazamiento de agua virtual “contenida” en los productos transportados de un lugar a otro. Es decir: Para comercializar una playera de algodón importada a México desde Estados Unidos y manufacturada en China, la materia prima probablemente haya tenido como origen una cuenca del norte de México (a un costo por el uso del agua agrícola casi cero); donde probablemente se realizó un uso intensivo del agua (el algodón es un cultivo sediento), para posteriormente exportar dicho algodón al otro lado del mundo, donde fue transformado en tela y camisetas; para volver a ser trasladado nuevamente a una o varias partes lejanas del mundo, para su comercialización. De lo que no se hizo un recuento en esta historia, fue del agua requerida para el cultivo de una especie sedienta; del agua utilizada en el proceso de volver el algodón tela y camisetas, añadiéndole marginalmente al total agua virtual conforme aumentan los procesos de transporte y los intermediarios en la comercialización del producto.

Siguiendo con el ejemplo anterior, podríamos citar que las prácticas de agricultura actuales (en términos generales), han tendido a sustituir masas de ecosistemas ecológicamente productivos que brindan enormes servicios ambientales (cuantificables todos ellos, como la producción de oxígeno, la regulación del clima y la recarga de mantos acuíferos), por grandes extensiones de cultivos de una sola especie; altamente productivos en términos económicos, pero totalmente improductivos en términos ecológicos. Tal sería el caso de las selvas Amazónicas en Brasil, que son taladas para sembrar caña (un cultivo sediento), en aras de producir etanol que será exportado a Estados Unidos para producir biocombustibles, que le darán a su vez de beber a vehículos que fueron diseñados para la guerra; pero que son utilizados por algunas amas de casa para ir al supermercado. En este caso se cambió un ecosistema altamente productivo en términos ecológicos (el cual generaba agua); por un ecosistema sediento que consume servicios ambientales en lugar de generarlos. Acompañado a lo anterior viene el traslado virtual de agua de un sistema complejo vivo, a un sistema de consumo de recursos histérico (el consumidor Estadounidense de biocombustibles para camionetas y vehículos suburbanos).

Un factor que aumenta la complejidad del fenómeno (por no llamarlo problema) es la presión sobre el recurso, entendiendo esto como la relación del agua que extraemos de la naturaleza (particularmente del subsuelo) respecto a la que permitimos que se reintegre de manera natural y/o artificial (en especial para la recarga de mantos acuíferos). Como referente podremos mencionar que un enorme porcentaje de acuíferos de nuestro país se encuentran sobreexplotados; volviendo el problema particularmente delicado en ecosistemas cálidos y secos, cuya historia geológica les ha permitido tener enormes reservas subterráneas de agua, pero las condiciones de clima actuales no les permiten reintegrar al subsuelo agua en la misma proporción de la que se puede extraer. Estas cuencas son particularmente vulnerables cuando se les integran prácticas de cultivos (propicios a temperaturas cálidas), rentables económicamente; pero enormemente sedientos, volviéndolos ecológicamente ineficientes. Si sumamos todo lo anterior a una red de comercio global, lo que estaremos presenciando es el mayor movimiento de agua virtual de la historia, donde una minoría altamente consumidora con poder económico; estará viviendo mas allá de las capacidad de carga de la tierra para sostener la vida en su lugar puntual de residencia, sacrificando el equilibrio ecológico y disponibilidad de recursos hídricos de los habitantes lejanos (humanos y no humanos) en otras cuencas y otros sitios del planeta.

Está en manos de millones de individuos tomando decisiones imperfectas y generando toda clase de externalidades; generar un poder de cambio lo suficientemente poderoso como para revertir una catástrofe hídrica de alcance global en potencia; para lo cual, a la par de construir como cimiento una cultura ciudadana lo suficientemente amplia; deberíamos ser capaces de implementar sistemas de información que le permitan al consumidor conocer el desempeño ecológico, hídrico y de agua virtual del objeto, producto o servicio que estuviese a punto de adquirir; en aras de poder tomar decisiones lo suficientemente informadas. ¿podrá ser el alinear conocimiento y poder de decisión del ciudadano-consumidor alguno de los “puntos de acupuntura” capaces de generar cambio sistémico en nuestra realidad y en el futuro de nuestro planeta?.