miércoles, 14 de marzo de 2012

Los moldes mentales con los que miramos al mundo



Por: Arq. Francisco Bonilla Sevilla

Siempre es interesante observar el espacio de trabajo de una persona, ya que el estado de orden y organización en la que éste se encuentre, generalmente será un reflejo del orden que habita en su mente; lo anterior ocurre en gran medida debido a que la manera en que su mundo inmediato esté estructurado corresponderá a los moldes mentales con los que se entiende la realidad, de tal suerte que; alguien cuyo entorno es un hábitat caracterizado por desorden y suciedad no es sino referente de lo que para su mente es “lo normal”; y dicha normalidad se manifestará en los muchos otros componentes de la vida; tales como, sus relaciones interpersonales, su hogar y su interacción con el medio ambiente. Consecuentemente, tal vez sería sano hacer un alto, en lo individual y en lo colectivo para revisar la manera en que están estructurados los moldes mentales que conforman nuestra realidad y con los que interactuamos con el mundo; a manera de verificación y de examen de conciencia.
Una primer escala en esta revisión podría comenzar evocando a todos aquellos conductores que bloquean el tráfico cotidianamente con sus arbitrariedades y desórdenes, ya sea por estacionarse en doble fila, por hacerlo en lugares prohibidos o por darse vueltas prohibidas. Para dichos conductores, en su molde de pensamiento es “normal” pasar por encima de los derechos de los demás en aras de toda clase de justificaciones; con tal de pasar más rápido, ahorrar tiempo o caminar menos. Seguramente esos mismos conductores cuando escuchan las noticias acerca de los desastres naturales cuya incidencia e intensidad ha aumentado debido al cambio climático; se acongojan, se mortifican, se indignan se preocupan; y sobre todo se preguntan si todo eso les puede pasar a ellos; pero no hacen en su mente las conexiones entre sus conductas y el calentamiento global, entre sus arbitrariedades en el tráfico y  la emisión de gases invernadero innecesariamente emitidos a la atmósfera por todos aquellos coches que quedaron momentáneamente varados mientras se obstruía el tráfico.
Otro ejemplo podríamos encontrarlo en los moldes mentales de miles de familias mexicanas, cuyos integrantes tratan de llevar una vida socialmente correcta,  y sus conductas están regidas por estos mismos cánones. Desafortunadamente, los moldes actuales que la sociedad establece, incluyen inherentemente altas cuotas de destrucción en nuestro interactuar con el planeta. Para ilustrar lo anterior, retomemos el ejemplo de la navidad, donde lo políticamente correcto es que las personas se obsequien regalos entre sí; dicha costumbre tiene un fondo positivo de integración familiar y social, pero la manera en que ejercemos dicha costumbre se ha convertido con el paso de los años en altamente destructiva para nuestro medio ambiente debido a que la producción de bienes de consumo innecesario, sus empaques y envolturas causa tanto una enorme huella ecológica, como una enorme masa de desechos sólidos, líquidos y gaseosos donde; por cada unidad de producto manufacturado, se generan por lo menos 14 unidades de desecho; eso, en adición al hecho de que al terminar su vida útil (no mayor estadísticamente a nueve meses), dichos bienes de consumo acabarán también convertidos en desechos y depositados basureros y rellenos sanitarios, que no son sino los cementerios de nuestra civilización industrial.
Continuando este ejemplo de reflexión acerca del individuo cuyas conductas son políticamente correctas, donde él o ella son ciudadanos responsables, fueron estudiosos durante su paso por la escuela, cumplen las leyes, pagan sus impuestos, se informan en los medios de comunicación, opinan sobre política, ejercen sus derechos ciudadanos y además trabajan arduamente para construirse una sólida posición en el porvenir. Sin embargo, ¿Se habrá preguntado alguna vez ese ciudadano tan políticamente correcto cuales serán las características reales de ese porvenir que con tanto esfuerzo está tratando de construir?, ¿Se habrá preguntado si los moldes de pensamiento con los que ejerce sus conductas serán compatibles con un mundo donde aceleradamente se está degradando el medioambiente, se está debilitando la salud de los ecosistemas conjuntamente con la capacidad planetaria de sostener la vida, y se están depredando los recursos naturales gracias a nuestra sociedad de consumismo histérico tan políticamente correcta?, ¿Se habrá percatado que sus referentes mentales de realidad son incompatibles con la supervivencia de la civilización en el largo plazo?, ¿Tendrá conciencia el ciudadano políticamente correcto que el adquirir bienes de consumo absolutamente inútiles a precios altamente convenientes solo está construyendo historias de dolor, injusticia, desigualdad, explotación de recursos y uso innecesario de combustibles; así como la emisión de gases a la atmósfera, desechos a los cuerpos de agua y destrucción de hábitats naturales?.
En los ojos del ciudadano correcto, “lo bueno de lo malo es que siempre pasa en otro lado”,  y a sus ojos; mientras él cumpla con su parte del pacto social; las externalidades negativas que su existencia causa deberán pasar a ser responsabilidad de alguien más; pero… ¿Qué pasaría si los moldes con los que el ciudadano modelo interactúa con la realidad ya hubieran perdido vigencia?, ¿y si aquellas creencias que tanto atesoramos solo estuvieran alimentando un modelo social altamente destructivo?¿no será acaso tiempo de comenzar un proceso de transformación individual para tratar de mitigar las consecuencias inesperadas del experimento medioambiental a gran escala que nuestra civilización actual está  realizando sobre la tierra?, ¿Será acaso tiempo de cambiar?, y si lo es ¿Por dónde comenzar?
Probablemente el punto de partida comience por la revisión de los modelos con los que miramos al mundo; por ejemplo, ¿Será necesario cambiar de modelo de teléfono celular cada año?, ¿será indispensable tener un guardarropa lleno con prendas de última moda que solo usamos unas cuantas veces?, ¿Será necesario comer una cubeta de palomitas en el cine en el lugar de una ración normal?, ¿Será necesario atiborrar nuestros estómagos en un buffet en lugar de consumir una medida racional de comida?, ¿Será necesario asistir histéricamente a las catedrales del siglo veintiuno (los centros comerciales) para llenar nuestro vacío existencial en lugar de en lugar de estar desarrollando actividades que enriquezcan el alma y enaltezcan el espíritu?, ¿tener para aparentar y aparentar para pertenecer será la respuesta al sentido de nuestra existencia?,  ¿Pisotear los derechos de quienes nos rodean obligándolos a respirar gases intoxicantes será un modelo de trascendencia?, ¿no serán la crisis climática, energética, alimenticia y financiera que estamos viviendo a nivel internacional suficientes llamadas de atención y de cambio?, ¿será este el plan original de la madre naturaleza?, ¿es acaso que la naturaleza funciona así?
A ti lector, enviamos estas líneas como mensaje en una botella, para juntos, con la suma colectiva de acciones individuales de cambio, podamos ayudar a construir el porvenir