martes, 29 de mayo de 2012

El agua que no vemos


Por: Francisco Bonilla
“Agua pasa por mi casa” versa una rima infantil, pero… ¿realmente tenemos consciencia plena de toda el agua que pasa frente a nosotros para satisfacer nuestras necesidades diarias?.

Con menos de una década de existir, el concepto “agua virtual” cuantifica la cantidad de agua que se requirió a lo largo de cualquier cadena productiva para dar como resultado un producto específico; por ejemplo: para producir 1 taza de café se requieren 150 litros de agua (aproximadamente), y para producir 1 kg de carne se requieren 3,000 lt de agua; desde el agua utilizada para cultivar los granos y plantas requeridas para alimentar a las vacas, el agua consumida por ellas, el agua utilizada durante el proceso industrial hasta el empacado y entrega al consumidor final.

Todo lo anterior solo pone en evidencia lo limitada que es en la realidad nuestra percepción del fenómeno del agua y los grandes problemas asociados a él; ya que solamente es con una pequeña fracción de ella con la que físicamente interactuamos todos los días al abrir la llave del lavabo, al bañarnos, al cocinar o al beber agua embotellada. Sin embargo para bien o para mal, los grandes problemas y las grandes soluciones se gestan en el agua que no vemos y que silenciosamente viaja a través de todas las cadenas productivas sin que su valor sea reconocido económicamente como tal; ya que el agua es un bien que pareciese hemos dado por sentado que ahí está, y que podemos desplazarlo globalmente junto con nuestras mercancías. Si quisiésemos encontrar algún “punto de acupuntura” en el sistema, donde poder hacer un cambio para construir como civilización un verdadero uso sustentable del agua, sin duda radicará en el fenómeno del agua virtual; ya que ahí es donde incuban algunas de las importantes semillas de ajuste o desajuste en el ecosistema planetario.

Para tener un poco de claridad al respecto, comencemos por comprender que a nivel país (en términos generales), el 80% del agua se utiliza para producir comida el 10% se utiliza en la industria, y solo el 10% restante se utiliza en nuestras casas, hoteles, centros comerciales y oficinas. Expresado de otra manera: aún si las grandes campañas de comunicación en exhorto para hacer un uso eficiente del agua logran despertar en el ciudadano el cometido de ahorrar agua y hacer uso eficiente de ella; estaremos incidiendo únicamente sobre el 10% del problema cuando en una sociedad de consumo globalizada el problema real radicará en el agua virtualmente contenida como equipaje en los objetos que consumimos, la manera en que los consumimos y la forma en que fueron producidos. Para ilustrar lo anterior basta comparar la ración de palomitas que se nos ofrece en el cine hoy en día (donde por dos pesos adicionales podemos obtener una ración tamaño cubeta, mas parecida a un florero que a una bolsita con golosinas),  con el tamaño una de ración considerada como “normal” hace dos décadas.

De la misma manera podemos ir comparando presente y pasado en el tamaño de las raciones de comida servidas en los restaurantes, la comida disponible en los centros comerciales, la diversidad de oferta y de productos a las que podemos aspirar, así como el origen y lejanía de la gran mayoría; todo ello con enormes aspectos económicos positivos; pero con una faceta oculta que contribuye a la complejidad de un problema creciente: el desplazamiento de agua virtual en el comercio global.

Aunque el comercio siempre ha sido parte  fundamental de nuestra civilización, nunca como en el momento presente habíamos sido capaces de desplazar tal volumen de mercancías alrededor del globo, de manera tan intensa y tan rápida; lo cual va acompañado de manera inherente por un desplazamiento de agua virtual “contenida” en los productos transportados de un lugar a otro. Es decir: Para comercializar una playera de algodón importada a México desde Estados Unidos y manufacturada en China, la materia prima probablemente haya tenido como origen una cuenca del norte de México (a un costo por el uso del agua agrícola casi cero); donde probablemente se realizó un uso intensivo del agua (el algodón es un cultivo sediento), para posteriormente exportar dicho algodón al otro lado del mundo, donde fue transformado en tela y camisetas; para volver a ser trasladado nuevamente a una o varias partes lejanas del mundo, para su comercialización. De lo que no se hizo un recuento en esta historia, fue del agua requerida para el cultivo de una especie sedienta; del agua utilizada en el proceso de volver el algodón tela y camisetas, añadiéndole marginalmente al total agua virtual conforme aumentan los procesos de transporte y los intermediarios en la comercialización del producto.

Siguiendo con el ejemplo anterior, podríamos citar que las prácticas de agricultura actuales (en términos generales), han tendido a sustituir masas de ecosistemas ecológicamente productivos que brindan enormes servicios ambientales (cuantificables todos ellos, como la producción de oxígeno, la regulación del clima y la recarga de mantos acuíferos), por grandes extensiones de cultivos de una sola especie; altamente productivos en términos económicos, pero totalmente improductivos en términos ecológicos. Tal sería el caso de las selvas Amazónicas en Brasil, que son taladas para sembrar caña (un cultivo sediento), en aras de producir etanol que será exportado a Estados Unidos para producir biocombustibles, que le darán a su vez de beber a vehículos que fueron diseñados para la guerra; pero que son utilizados por algunas amas de casa para ir al supermercado. En este caso se cambió un ecosistema altamente productivo en términos ecológicos (el cual generaba agua); por un ecosistema sediento que consume servicios ambientales en lugar de generarlos. Acompañado a lo anterior viene el traslado virtual de agua de un sistema complejo vivo, a un sistema de consumo de recursos histérico (el consumidor Estadounidense de biocombustibles para camionetas y vehículos suburbanos).

Un factor que aumenta la complejidad del fenómeno (por no llamarlo problema) es la presión sobre el recurso, entendiendo esto como la relación del agua que extraemos de la naturaleza (particularmente del subsuelo) respecto a la que permitimos que se reintegre de manera natural y/o artificial (en especial para la recarga de mantos acuíferos). Como referente podremos mencionar que un enorme porcentaje de acuíferos de nuestro país se encuentran sobreexplotados; volviendo el problema particularmente delicado en ecosistemas cálidos y secos, cuya historia geológica les ha permitido tener enormes reservas subterráneas de agua, pero las condiciones de clima actuales no les permiten reintegrar al subsuelo agua en la misma proporción de la que se puede extraer. Estas cuencas son particularmente vulnerables cuando se les integran prácticas de cultivos (propicios a temperaturas cálidas), rentables económicamente; pero enormemente sedientos, volviéndolos ecológicamente ineficientes. Si sumamos todo lo anterior a una red de comercio global, lo que estaremos presenciando es el mayor movimiento de agua virtual de la historia, donde una minoría altamente consumidora con poder económico; estará viviendo mas allá de las capacidad de carga de la tierra para sostener la vida en su lugar puntual de residencia, sacrificando el equilibrio ecológico y disponibilidad de recursos hídricos de los habitantes lejanos (humanos y no humanos) en otras cuencas y otros sitios del planeta.

Está en manos de millones de individuos tomando decisiones imperfectas y generando toda clase de externalidades; generar un poder de cambio lo suficientemente poderoso como para revertir una catástrofe hídrica de alcance global en potencia; para lo cual, a la par de construir como cimiento una cultura ciudadana lo suficientemente amplia; deberíamos ser capaces de implementar sistemas de información que le permitan al consumidor conocer el desempeño ecológico, hídrico y de agua virtual del objeto, producto o servicio que estuviese a punto de adquirir; en aras de poder tomar decisiones lo suficientemente informadas. ¿podrá ser el alinear conocimiento y poder de decisión del ciudadano-consumidor alguno de los “puntos de acupuntura” capaces de generar cambio sistémico en nuestra realidad y en el futuro de nuestro planeta?.